Edimburgo: disfruta del Fringe sin morir en el intento
- Elena Castillo Sánchez-Pastor
- 18 may
- 5 Min. de lectura

Pese a que el Reino Unido solo me despierta indiferencia, Edimburgo es una de las ciudades con más personalidad en las que he estado. Es la segunda ciudad más visitada del país después de Londres y no es de extrañar, ya que su combinación de historia, mar y urbe la hacen irresistible. Puedes optar por diferentes tipos de visita según la duración de tu estancia:
Tres o cuatro días para establecer un breve contacto con la ciudad, recorrer las rutas más conocidas y visitar los monumentos principales: desde el Castillo de Edimburgo hasta el de Holyrood y el Parlamento Escocés por la Royal Mile, un free tour, una visita guiada de misterios y leyendas (muy recomendable en esta ciudad), pasear por Calton Hill y Princess Street, y ocupar las noches con pub crawlings aprovechando el ambiente juvenil. Un plan ideal para estudiantes.

Si tienes más tiempo, puedes pasar una semana en la capital escocesa y ampliar tu visita a la Ciudad nueva, recorrer el sendero junto a Water of Leith (uno de los paseos que más me gustan), subir a Arthur’s Seat, visitar los múltiples museos (The People’s Story Museum, el Museo Nacional de Escocia, las National Galleries, etc.) o hacer una excursión de un día a Glasgow o North Berwick. Con una semana, puedes ampliar tu radio de acción, conocer otros barrios y empaparte del día a día.
Pero, si lo que quieres es ser testigo del apogeo de Edimburgo o Edinbra, como la llaman los locales, te recomiendo que pases allí una o, preferiblemente, dos semanas en agosto, el mes de los festivales. Las calles se llenan de gente, música, color y arte gracias, entre otros, al mayor festival de artes escénicas del mundo: el Edinburgh Festival Fringe.
El Fringe nace a partir del Edinburgh International Festival, una serie de espectáculos de música, danza y otras artes escénicas que se celebró por primera vez en 1947 con el objetivo de animar a la población después de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el festival se organizó para satisfacer a las élites escocesas de la época y no todo el mundo podía actuar. Como consecuencia, en la segunda edición de 1948, aparecieron grupos de teatro que no habían sido invitados al festival oficial y empezaron a actuar ante las miradas atónitas del público y de la organización, que se limitó a no intervenir y dejarlos actuar on the fringe of the festival (al margen del festival).
El Fringe es un festival abierto, alternativo y participativo que aborda la necesidad de descentralizar el panorama cultural para llegar a todo tipo de públicos y dar a conocer diferentes disciplinas y artistas. Por eso, se caracteriza por no encasillarse en un género, sino que cada cual se expresa con su talento, ya sea teatro clásico de la antigüedad, recitales de Shakespeare, espectáculos de mímica o magia, obras de cabaret, ópera, clown, espectáculos infantiles, monólogos, danza o música. No hay ningún comité de selección, lo que abre las puertas a muchos debutantes con obras experimentales que no serían admitidas en otros festivales más reglados. Un buen ejemplo es el de Phoebe Waller-Bridge, la reconocida actriz británica que acabó produciendo una serie con la BBC y Amazon de la actuación con la que debutó en el Fringe: Fleabag. Durante las tres semanas que dura el festival, se puede disfrutar de espectáculos en cada rincón de la ciudad, pero sobre todo en la Royal Mile y en Princess Street, las más codiciadas debido a la afluencia de transeúntes. Este sería el free Fringe, los shows gratuitos con los que sorprenderte en cada esquina, pero hay miles de venues o recintos (teatros, pubs, tiendas, etc.) donde se realizan las actuaciones de pago, aunque siempre suelen ser a un precio asequible.
Además del Fringe y el Festival Internacional, la tradición de festivales veraniegos en Edimburgo ha ido engordando con otros grandes eventos como el Festival de Jazz y Blues en julio, el Royal Military Tattoo, un colorido desfile militar en el castillo, el Festival de Arte de Edimburgo, el People’s Festival y los Festivales Internacionales del Libro y el Cine.
Como puedes imaginar, la ciudad en agosto es dinámica, caótica y versátil, la población se triplica, los precios suben y tendrás que reservar algunas actividades con más tiempo del habitual. Por eso, te doy algunos consejos para disfrutar de los festivales y, en especial, del Fringe sin morir en el intento.
Tienes que querer ir a Edimburgo en agosto. Es decir, si solo quieres visitar la ciudad, seguramente descartes el mes de agosto por los precios. Por eso, para vivir esta experiencia, debes planear tu visita con meses de antelación y reservar el alojamiento lo más pronto posible. Es temporada alta y los hoteles saben que van a colgar el cartel de completo.
Cada festival tiene un programa y una página web propios para consultar los horarios y comprar entradas. Tendrás que hacer un trabajo previo de investigación para ver qué eventos te interesan más y de cuáles quieres prescindir.
¡No llegues con un horario completo para todos los días! Elige diferentes tipos de espectáculos para las primeras jornadas y descubre qué te gusta más. Además, una vez allí, el boca a boca va propagando por la ciudad cuáles son los shows más entretenidos.
Si tienes interés en alguna actuación en particular, no lo dudes y reserva cuánto antes. Y no llegues tarde, puede que no te dejen entrar si ya ha empezado.
No te agobies. No puedes estar en dos sitios a la vez. Es imposible verlo todo y, a veces, un show aleatorio del free Fringe en cualquier calle puede ser la más grata de las sorpresas.
No te limites a las funciones gratuitas y compra entradas para los espectáculos de las venues; muchas veces el sitio y el ambiente también suman puntos a la experiencia.
Ten en cuenta que algunos espectáculos, como los monólogos, incluyen muchas referencias culturales. Para disfrutarlos, no solo hay que entender el idioma y el acento, sino también estar al tanto de la actualidad del país, desde la última pifia viral de un político hasta los personajes del reality show de turno.
Ponte unas zapatillas cómodas y empieza el día temprano para visitar los puntos turísticos antes de que haya demasiada gente, asegúrate de llevar contigo agua y tentempiés, consulta la previsión meteorológica para elegir la ropa (aunque sea agosto, sigue siendo Escocia), sal con el móvil cargado y ten a mano los programas en línea de los festivales que te interesen para ir improvisando sobre la marcha.
Con todo esto, seguro que disfrutas tu estancia en agosto en Edimburgo sin prisas ni agobios. Recuerda pasear sin rumbo, hacer fotos, beber pintas de cerveza y comer haggis. El ambiente en la ciudad es increíble y, aunque no sea un viaje barato, es una experiencia que recomiendo vivir una vez en la vida, sobre todo a quienes disfruten de los eventos culturales.
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